MARIANO
FERNÁNDEZ ENGUITA(El País- 23 MAY 2012)
Suprimir el
apoyo a la escolarización de 0 a 3 años cuando sabemos cada vez mejor que son
los decisivos para el desarrollo intelectual golpeará precisamente a quienes
nacen en un contexto familiar más desaventajado y solo a ellos.
Acortar la
Educación Secundaria Obligatoria (ESO) adelantando un año para todos la
bifurcación entre bachillerato y formación profesional, al tiempo que se
suprimen o se dejan caer los programas y recursos compensatorios en el tronco
común, es hacer que esa opción se acerque más a ser un calco de las
desigualdades de origen y que resulte más irreversible. Disparan así contra su
bestia negra, la comprehensividad -la suma de las reformas estructurales de
1970 y 1990- que, digan lo que digan, caracteriza a los sistemas más efectivos
y a las sociedades más cohesionadas de nuestro entorno, y lo acompañan con el
delirio del bachillerato de (seudo)excelencia y una idea quimérica de formación
dual. Combinar la subida de tasas con la reducción de becas y la ausencia de
préstamos blandos significa cerrar el paso a la educación superior a amplios
sectores que no pueden -y menos ahora- asumir sus costes directos e indirectos.
En suma, una
agresiva política de derechas adobada, además, con insultos a la decencia y la
inteligencia como la reforma de la Educación para la Ciudadanía. Por eso había
que hacerse oír el 22-M y mucho me temo que habrá que volver a hacerlo una y
otra vez a lo largo de esta legislatura. Eso sí: que no sea para defender un
estado estacionario que no lo merecía.
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