En
el enconado debate político sobre la LOMCE dos temas protagonizan la discusión
y polarizan la contienda.
Uno,
el modelo lingüístico caballo de batalla de la agria disputa CIU-PP. Al margen
de ese escollo no hay discrepancias esenciales en el resto del anteproyecto de ley.
Otro,
el campo de encarnizado combate PSOE-PP sobre la supresión de la Educación para
la Ciudadanía y el establecimiento de una asignatura dura alternativa a la
Religión, demanda histórica de la Conferencia Episcopal. Un debate que sirve a
ambos partidos como mecanismo de
diferenciación e identificación con sus sectores sociales afines, al tiempo que
distrae la atención ocultando su coincidencia de fondo con la idea de mercado
educativo y su seguidismo de las recomendaciones de las organizaciones
supranacionales que lo propugnan.
Poco,
y con la boca pequeña, se debate sobre los aspectos más lesivos de la LOMCE
para la enseñanza pública: las medidas que se introducen para acelerar el
proceso de mercantilización y privatización del sistema educativo. Hay que
mirar con lupa en los medios de comunicación de masas para encontrar posiciones
argumentadas sobre el sentido que tienen, los objetivos que persiguen y las
consecuencias que traerán para la escuela pública. Casi nada se oye sobre: la
consolidación y ampliación de la red de centros privados concertados; la
dotación de una falsa autonomía de centros y su verdadero objetivo; la
profesionalización de la dirección, la organización jerárquica de las escuelas
y la eliminación de la gestión democrática; las evaluaciones-reválidas externas;
los incentivos y financiación de los centros según sus resultados; la
precarización y desregulación del profesorado; la privatización y
externalización de servicios educativos, etc.
Y
sin embargo ahí está la madre del cordero. Esas medidas son las piezas, los
engranajes del mecanismo que harán avanzar la enseñanza en el camino que
pretende recorrer esta reforma.
No
nos dejemos envolver por el ruido mediático. Reflexionemos y discutamos sobre
el meollo de las propuestas-LOMCE y centremos en ellas el grueso de nuestras críticas
y ataques.
J.A.
BALBUENA
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