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viernes, 17 de mayo de 2013

ACERCA DEL ACTUAL CONFLICTO EDUCATIVO EN GRECIA

Estos días nos llegan de Grecia noticias sobre el conflicto  de  los profesores de secundaria contra el aumento de horas lectivas y el despido de otros 15.000 profesores que el gobierno pretende aplicar en otra nueva vuelta de tuerca a exigencias de la troika.
El lunes el gobierno griego para evitar la amenaza de huelga del profesorado que estaba debatiendo en decenas de asambleas por todo el país reaccionó de forma violenta y preventivamente militarizó a todo el colectivo dictando una orden de movilización civil lo que implica arrestos y despidos para quienes secunden el  previsible paro.
La respuesta del profesorado fue seguir con su proceso asambleario  y lejos de dejarse amedrentar por  las amenazas gubernamentales, el 90% de los 88.000 miembros del colectivo ha decidido seguir adelante con el paro. Ni qué decir tiene que toda la artillería mediática afín a las tesis neoliberales y a las políticas de austeridad ha arremetido contra el profesorado atacando y desprestigiando su lucha. Algo semejante a lo que aquí en España ocurrió cuando el gobierno de Zapatero militarizó al colectivo de pilotos.
El tercer acto del drama es que la presidencia del sindicato maniobró para no convocar el paro que contaba con el apoyo del 90% de los docentes.
Este conflicto que en un futuro no muy lejano bien podría darse en nuestro país puesto que estamos siguiendo los paso de Grecia en cuanto a los planes de austeridad y recortes en educación, nos debería hacer reflexionar y sacar conclusiones al menos en tres direcciones.
Una, que el capitalismo salvaje instalado en la UE no reconoce líneas rojas de contención. Por medio de los gobiernos nacionales que actúan como lacayos de la troika  no le tiembla la mano, si se siente cuestionado, para tomar medidas drásticas,  recurriendo  a la suspensión de derechos fundamentales como el derecho de huelga cuando se trata de satisfacer las demandas de los "prestamistas" y los "mercados" y salvaguardar sus intereses.
 Dos, que las movilizaciones de media o baja intensidad  (concentraciones, encierros, manifestaciones, huelgas de un día, etc.) son asumidas por los gobiernos como una molestia a sobrellevar y aunque no son estériles porque aglutinan y elevan la conciencia y el espíritu colectivo de lucha, a la larga pueden resultar baldías si no trascienden ese ámbito. Por ello, si se quiere forzar la toma en consideración de las reivindicaciones es necesario dar un salto cualitativo e intensificar el nivel de enfrentamiento hasta paralizar de forma continuada el sistema educativo. Esto parece tenerlo claro el profesorado griego que, a pesar de las graves sanciones a que se expone, tira para adelante con su lucha. Es toda una muestra de valentía, de compromiso y coherencia  en sus reivindicaciones y de determinación y espíritu combativo. Todo un ejemplo a tener en cuenta.
Tres, que los intereses de los trabajadores y los de las cúpulas sindicales no son siempre coincidentes. Es necesario que aquéllos se doten de mecanismos que garanticen  que las decisiones que mayoritariamente  tomen en las bases no se vean manipuladas ni traicionadas por quienes dirigen las organizaciones que los respresentan.
J.A.Balbuena

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