Carlos del Blas Balús- Barcelona 16-12-2011
El Ministerio de Educación ha publicado recientemente una cifra aproximada sobre el gasto que supone la repetición de curso por parte de los alumnos españoles: entre unos 1.430 y 2.230 millones de euros anuales. Pero lo más preocupante no es la enorme cantidad de dinero público que se destina a financiar el fracaso escolar, sino la escasa efectividad que registran los datos sobre dicho sistema de repetición de curso. Por lo visto, además, la mayoría de repetidores acostumbran a radicalizar su desafección y su rechazo hacia la escuela, lo que supone un agravante más que una solución.
Según mi opinión, seguramente resultarían mucho más útiles otras alternativas, tal y como proponen Álvaro Choi y Jorge Calero, profesor y catedrático respectivamente del Departamento de Economía Pública de la Universidad de Barcelona. Ellos consideran necesario sustituir la utilización universal de la repetición de curso por medidas más individualizadas, como el aumento de los docentes de apoyo y los servicios de orientación al alumnado. Una propuesta que considero muy válida para gestionar mejor el dinero invertido en el fracaso escolar, ya que intenta arreglar el problema desde la raíz y no solo ir tapando agujeros. Debemos tener presente que la educación, y sobre todo en tiempos difíciles, es algo primordial para el progreso de nuestra sociedad.
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