Al echar un vistazo a las Instruccionesde 22 de junio por las que se regula la organización y el funcionamiento de loscentros en la CAR para el curso 2012/13, llama poderosamente la atención, hasta
dejarle a uno perplejo, el espacio que
en ellas se destina a la enseñanza de la religión y su alternativa, Atención Educativa, a la que se dedica de un amplísimo
y detallado Anexo II . Una extensión de 9
páginas de un total de 31 de que constan las Instrucciones, cuando en cursos
anteriores se despachaba con un par de
líneas y media. De la perplejidad surge la pregunta, por qué, y de ahí, atando cabos, se
llega a la conclusión de que un desarrollo tan pormenorizado sólo puede
responder a satisfacer las reivindicaciones de al menos una parte de un colectivo, el de profesores de Religión, que
las considera esenciales para su estabilidad laboral. Efectivamente, en la
Revista informativa de ANPE, Nº 114, de Octubre del 2011, en su página 11, se
exponen las demandas de ese colectivo. Textualmente:
Que las Instrucciones se ciñan literalmente a dar respuesta satisfactoria, de forma tan exhaustiva y
pormenorizada, a esas demandas no puede ser fortuito y la explicación podemos encontrarla poniéndolas en relación
con el aval que ese sindicato, con su firma, prestó a la aplicación del Decreto Wert en la Rioja legitimando
la política educativa de la Consejería de Educación en ese tema. Todo ello hace
pensar, sin pecar de excesivamente malintencionado, que estas instrucciones responden a una contraprestación, un “pago” por los
servicios prestados por la firma del acuerdo.
Ni qué decir tiene que el nivel de concreción que la Consejería plasma
en estas instrucciones ,que parecen más un pormenorizado recetario, son un insulto a la capacidad de
discernimiento del personal docente y
atentan directamente contra la Libertad de cátedra del profesorado y contra la Autonomía de los centros, tan
cacareada como receta para mejorar la calidad de la enseñanza. Ambos, centros y profesores, quedan atados y
amordazados a mayor gloria de una asignatura que, en un estado aconfesional como el nuestro, debería quedar fuera de los
centros educativos.
Una vez más se hace necesaria una enseñanza pública y laica.
J.A.Balbuena
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